Maneras precarias de habitar un lugar y convertirlo en una casa: sostenerse entre los brazos para recibir la respiración del otro; improvisar ceniceros; murmurar sobre dibujos con tiza en la pared; derribarse sobre la cama para mirarse el brillo otra vez. Lograr dormir profundamente sin tener un ojo abierto, mezclarse en el calor, salir de uno mismo.
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