Cansada de descansar vuelvo al reino de los vientos. La realidad de esta azotea me despierta despacio de dos noches y un día acariciándote dormida, acariciándote despierta. Me asombra tener estas manos, una boca, un par de ojos y sentir el sol quemando, las ráfagas cortando los huesos de la espalda. Hay silencio, el domingo va lento. Poco a poco vuelvo a ser sólo yo.
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