47

La sal corroe también los recuerdos: el Betula a medio día nublado, la sonrisa de invierno de las mujeres purépechas, los ojos enormes que se acercan hasta revivir el cíclope de Cortázar...

46

A esta edad nada pasa de pronto: comienza como un cálculo preciso, la aplicación de una fórmula. Pero tengo ganas de recitarte la "Suave Patria" al lado del malecón y caminar contigo mientras llega el próximo viaje...

No éramos tan viejos como creíamos, quizás.

45

Le prometió calma y gozo, no apurar el vaso de las consecuencias. Parecía posible respetar a los demonios, cultivar las sonrisas, transcurrir siempre en el HOY.

44

La piedra de sal de nuestra cama, esa que vas a reponer, a recrear, a regalarme nueva siempre para convertirla en algo más... Aquí estoy, allá estás, aquí estamos.

43 (retomando a García Lorca)

Mirando tus ojos no sólo me bebo tu sangre lentamente: también tu sonrisa y el desconsuelo entero del pasado. La apuesta por permanecer en el presente me hace olvidar todos los hechos de la vida.

42

Perder la cabeza, empapada de sudor, rodeada de extraños. Ahogar la voz en la música y pensar... Qué fácil es la felicidad.

41

El día en que dejes de ser un personaje... Cuando me regales tu historia, sabré que no todo está perdido...

40

Hablo de hombres para sacarlos de mis sueños, rehacerlos en palabras y seguir, un rato, jugando con ellos.

39

Nítida ciudad, amo las heridas que te deja el agua; me hacen recordar tu alma de lago, tu vocación por el aroma del desastre.

38

Y nada más ser lienzo y espejo, huesos que se empapan de palabras apenas respiradas, tiempo que se detiene al cerrar la puerta.

37

Y ya no supe si llovió por el encuentro de las piedras o si el dolor del hombro fue provocado por pura nostalgia de tus dientes. Camino otra vez pero ahora te tengo, como un fantasma, siguiéndome con el rabillo del ojo.

36

Y por fin se abren las puertas del circo: el león escapa, comienza la persecución. El hambre es más fuerte que el amor.

35

Y coser de nuevo los pedazos de tu alma quebradiza.

34

Mis muslos bajo la falda parecen peces que quieren escapar hacia la mar que arde.